Siempre sucede lo mismo. Después de dar unas cuantas vueltas por encima de la ciudad, la cabina se inclina levemente hacia delante y, tras unos meneos, el avión se detiene y el pasaje irrumpe en aplausos. Y en este momento, aún sujeto por el cinturón de seguridad, uno de los pasajeros exclama ‘¡un buen aterrizaje lo es todo!’.
En el mundo del marketing automatizado sucede algo parecido, aunque sin ruidosos aplausos ni vuelos nocturnos. Una vez captada la atención del cliente potencial, ya sea en nuestra propia página web, en sitios de terceros o en promociones específicas, hay que convencerlo para que lleve su interés inicial un paso más allá. Después de ganarnos su clic y visita hay que captar su atención antes de que pulse la temida X que le aguarda en la esquina superior derecha de la pantalla.
La encargada de lograrlo es la página de aterrizaje, o landing page. Es decir, la ventana que se abre al pulsar el enlace o el banner que se ha fijado. Pero, ¿qué elementos debe tener esta página?
Uno de los elementos que no puede faltar en una de estas páginas es un buen título. Un titular que combine garra e información nos ayudará a mantener la atención del usuario y, además, a invitarlo a proseguir con su navegación. Tampoco nos puede faltar un apartado dedicado a invitar al usuario a interactuar con la página de algún modo, los también llamados call to action. Una buena manera de introducir estos elementos puede ser los formularios.
Los formularios son piezas clave de estos engranajes, pues además de facilitar la interacción permitirá que el usuario nos proporcione sus datos de contacto en los que podamos mandarle promociones de su interés para avanzar en el proceso de venta. Pero para llegar a este punto antes hay que ser capaces de llamar la atención del cliente potencial (o lead) y evitar que su atención se disperse antes de conseguir nuestros objetivos.
Teniendo esto en cuenta, ¿dejarás el diseño de tu landing page al azar?