Toda campaña de marketing se juega sus resultados en tres letras muy a menudo temidas: ROI. Esas siglas hacen referencia al retorno de la inversión que se ha realizado en promocionar nuestros productos. Es decir, en qué cantidad de ganancias se ha traducido el dinero invertido en publicitar la firma. La lectura que se puede extraer de estos análisis, pues, es muy sencilla: si son satisfactorios, nuestra campaña ha cumplido su función; de lo contrario, debemos tomar nota para evitar repetir los mismos errores en el futuro.
Uno de los puntos fuertes del marketing automático es su probada capacidad para incrementar este índice en un grado mucho más elevado que las estrategias convencionales hasta la fecha. Esta optimización de inversiones se debe a unos factores clave que diferencian esta apuesta:
- Aumentar el porcentaje de clientes potenciales que pasan a clientes reales: Identificar los leads más adecuados para nuestros productos nos permite ensanchar los distintos niveles del sales funnel o embudo de ventas y reducir la pérdida de clientes potenciales a lo largo del proceso.
- Dar el contenido adecuado en el momento adecuado: Como hemos visto anteriormente, dosificar la información que suministramos con cuentagotas al cliente es mucho más efectivo que realizar bombardeos indiscriminados que a menudo caen en saco roto. No está de más recordar que, en este caso, menos es más.
- Remar todos en una misma dirección: Automatizar los procesos de marketing también puede resultar muy útil para establecer una sola línea de trabajo en nuestra propia empresa. Limitando el número de personas de departamentos comerciales y de promoción que trabajen en una misma campaña podemos conseguir un producto más homogéneo, lo cual también repercutirá sobre la imagen que le quede al consumidor. Además, podremos dedicar mayores esfuerzos a otras líneas antes menos atendidas.