Cómo vender a un Millennial y no morir en el intento

Ya hablamos hace un tiempo de los Millennials en este blog. Los tratamos por encima y atendimos a las dificultades de llegar a ellos a pesar de que viven con la tecnología encendida la mayor parte del día. En los medios se llegó a tachar de perezosos y ególatras a todos aquellos nacidos entre 1982 y 2004 para, años después, deshacerse en elogios hacia ellos. Y es que, tal y como están hoy en día las cosas, parece que algunos ya se han dado cuenta de que los Millennials quizás sean lo mejor (de superar el titánico escalón hacia ellos) que le puede pasar hoy en día al mercado y al panorama mundial.

  

¿Narcisistas o inteligentes?

Los Millennials no son tontos. No se fían de las verdades establecidas, y menos cuando caen ellas solas por su propio peso. Después de siglos de conocimiento invariable y negado a evolucionar, en las últimas décadas hemos sufrido grandes cambios de paradigma en cosas tan básicas como el acceso a la información, pudiendo llegar a ella desde cualquier parte del mundo en cualquier momento.

Las grandes decepciones del siglo XXI han hecho que los Millennials no se fíen de las instituciones. Se empapan de información ante cualquier acontecimiento, y las compras no se salvan. Consultan numerosas fuentes antes de decidirse: quieren lo mejor y lo quieren ya. No quieren decepciones ni engaños, les abruma perder el tiempo, y la mejor forma (por no decir la única) de llegar a ellos es a través de cápsulas increíblemente atractivas con la información prensada. Esto es vídeos. Vídeos de calidad que consigan su cometido.

La Generación Y, como también se les conoce, es la generación de la masificación de los vídeos. Vídeos de contenido rico y relevante que les aporten la información justa y necesaria pero, a la vez, la más potente para convencerlos de tomar una decisión inmediata o dirigirlos hacia ella. Una máxima atemporal dicta que no hay que hilar sin hilo. Lo malo es que «el hilo» o contenido eficaz es un bien mucho más preciado en los tiempos que corren que antiguamente.

 

¿Perezosos o desaprovechados?

Los Millennials tienen poco dinero pero muchas ganas de gastarlo. Al vivir en una sociedad sumergida en la crisis (quizás en un proceso incipiente de salir a flote), no se sienten bien remunerados por el trabajo que desempeñan. Han crecido viendo a sus padres ocupando puestos elevados con una formación incluso inferior a la suya y sienten que sus estudios universitarios no han valido la pena para acabar trabajando en restaurantes de comida rápida y con condiciones laborales preocupantemente precarias.

Aún así, y precisamente por eso, quieren comprar todo lo que pueda mejorar su calidad de vida. Lo que sea necesario para alcanzar un nivel similar al de sus padres.

No están dispuestos a asumir errores «a toro pasado», no ganan tanto como generaciones anteriores y por eso saben que es crucial evitar gastos innecesarios, por eso comprueban hasta la saciedad el más mínimo dato, y la inmensa Internet les ofrece lo que buscan.

 

¿Qué hacer, entonces?

Vídeos potentes. La única forma de llegar a los Millennials es hacerlo rápido y bien, y cada vez más rápido y mejor. Los clientes evolucionan con el mercado, así que nunca se producirá un estado estacionario en el cual sigan llegando clientes sin poner una pizca de esfuerzo. El misterio es solo ese, adaptarnos al mercado a cada instante y no dejar de trabajar. Solo entendiendo esto superaremos el enorme escalón de los Millennials.