La semana pasada hablábamos de la Generación Y (también conocidos como Millennials) y nuestras dificultades de llegar a ellos como vendedores de un producto. Dado el entorno en el que crecieron, son individuos mucho más exigentes de lo habitual en multitud de ámbitos, pero no termina aquí el asunto. No parpadees porque llega la Generación Z.
¿Generación Z?
La Generación Z o los conocidos como Nativos Digitales son aquellos individuos, según Marc Prensky, nacidos después de 1990, los cuales han crecido rodeados de tecnología desde muy temprana edad. Esto los diferencia de los individuos englobados en otro término que él mismo acuñó, el de Inmigrantes Digitales, que estaría formado por aquellos que nacieron antes de esa fecha y crecieron en un mundo analógico para «migrar» a un mundo digital.
Por supuesto, la condición de Nativo Digital no es la panacea. Pertenecer a esta generación acarrea, como en todos los casos, ventajas e inconvenientes.
Comparación
Los Nativos Digitales son impulsivos. Toman decisiones casi sin pensar, de manera rápida o casi instantánea, mientras que los Inmigrantes Digitales son mucho más pausados, reflexivos y, por lo tanto, lentos.
Su manera de trabajar es ramificada y multitarea. Son capaces de realizar varias cosas a la vez, participando y coordinando más personas que los Inmigrantes Digitales, que trabajan de una manera más lineal.
Tienden a compartir y distribuir información sin miramientos, cosa que los diferencia también de los celosos Inmigrantes Digitales, que tienden, opuestamente, a ocultar la información y guardarla en secreto.
Como punto negativo, los Nativos Digitales pasan volando por las tareas que realizan, quedándose con una información mucho más superficial que los Inmigrantes Digitales, que se centran únicamente en una tarea hasta realizarla de una manera mucho más profunda y completa. Esto acarrea ansiedad a los Nativos, pérdida de productividad, baja atención y una concentración mermada, lo que les da una tendencia de cambiar rápidamente de un tema a otro.
¿Sacamos conclusiones?
Según estos puntos, cabría preguntarse si es más fácil vender a un individuo de la Generación Z que a uno de la Generación Y, pero quizás sea atrevido aventurarse a dar una conclusión. Sigamos pendientes de estos cambios generacionales y optemos nosotros mismos.